La sanación con cristales consiste en activar, desbloquear, potenciar y armonizar los diferentes chakras que hay en el cuerpo. Cada cristal posee un color, energía y una composición química que hace reacción con estos centros de energía y las moléculas del organismo. Es importante hacer notar que al usarlos como terapia debe hacerse de manera complementaria al tratamiento de medicina tradicional.

Los cristales deben limpiarse y descargarse antes de usarlos, ya que desde que se extraen, pasan por varias manos (el vendedor, el joyero, los posibles compradores, etc.), lo que implica absorción de muchas energías y sólo debe concentrarse en la tuya.

El terapeuta visualiza qué chakra se debe tratar y se utiliza el cristal con un propósito que va acompañado de un nuevo esquema mental.

De múltiples colores y con distintas formas y destellos de luz nacen los cristales desde las profundidades de la tierra, producto del enlace de la mineralogía, la geología y todo lo que nos provee la naturaleza.

ESTRUCTURA DE LOS CRISTALES

Los cristales están formados por moléculas estructuradas y ordenadas que son intervenidas con factores como la presión, la temperatura e índice de enfriamiento influyen en la forma que tendrá el cristal:

• Cúbicos: ej. pirita, diamante
• Hexagonal: ej. esmeralda, agua marina
• Ortorrómbico: ej. peridoto y topacio
• Triclínico: ej. labradorita y turquesa.
• Trigonal: ej. turmalina, zafiro.

Hay otra clasificación para especímenes de origen orgánico que no tienen estructura geométrica interna, por ejemplo:

• El ámbar (resina de un árbol).
• Obsidiana (que se forma de lava fría).

En 1812 el mineralogista alemán Friedrich Mohs creó una escala para identificar la dureza relativa de los cristales y facilitar el conocimiento de qué cristales se pueden facetar para darles más luz o perforar para el uso en joyería.

En mineralogía, los diferentes tipos de cristales además se clasifican según su estructura química que es la responsable también del color. Ej. óxidos, sulfuros, silicatos.